Por: José Núñez
Señores, no es lo mismo ni es igual lo micro a lo macro, ni lo local a lo nacional, y todo queda explicado porque en lo general o en el total de las cosas, éstas se ponen más complejas al ser más amplias o grandes, variadas, diversas y de características muy disimiles.
La explicación viene dada por un sesgo que se generaliza mucho actualmente entre los políticos, ya que al verse exitosos en proyectos de aspiraciones locales, como por ejemplo en las circunscripciones, los municipios y en las provincias, algunos pretenden erróneamente que se pueden proyectar los mismos resultados para un escenario a nivel nacional.
Ciertamente, se ha dado que un aspirante a regidor, diputado, alcalde y hasta senador, se presenta en cualquier provincia por haber nacido o vivido allí por el tiempo que exige la Ley Electoral para aspirar a un cargo electivo, y sin tener ningún tipo de trabajo político ni social, se alza con el santo y la limosna.
Obviamente, el denominador común en estos casos es que se imponen a papeletasos limpios, ya que al no tener arraigo político ni mucho menos un trabajo comunitario, y como la actividad política la han convertido en clientelista en un pueblo que aún pulula la pobreza, quien llega con mucho recurso o Don dinero, se le abren las puertas de par en par a sus intenciones.
Lo expresado en el párrafo anterior se potencializa porque los dirigentes políticos y comunitarios con arraigo se caracterizan por no disponer de recursos económicos abundantes.
Muchos dirían injustamente, pero con cierta razón y experiencia como actores o testigos, «la plata abre los caminos».
Pero repetimos, estas imposiciones de candidatos se dan generalmente en aspiraciones locales, en lo nacional o general el asunto se complica si usted cree que se puede imponer solo a base de dinero campante y sonante, incluso hasta por el monto ilimitado que se debe gastar en este tipo de proyectos se hace muy cuesta arriba llevarlos a cabo.
Hacemos la observación de que no es que estamos subestimando lo determinante que es el dinero, pero en el contexto de intenciones políticas presidenciales no es exclusivamente éste que decide la suerte de los aspirantes.
Inclusive, hasta el transferir liderazgo, carisma y popularidad se hace un tanto difícil para no decir imposible, ya que estas cualidades se compactan o son útiles cuando se apoya a un aspirante que tiene buena aceptación, de lo contrario, nananina, o sea, no se le pega nada de nada al que intentan beneficiar sino es bien visto y aceptado por las masas.
Los candidatos de nivel presidencial deben tener alguna pegada con el pueblo, ser bien conocidos y soportarse en buenas estructuras sociales, que pueden ser primeramente; partidos políticos, en las iglesias, las ong`s, los grupos comunitarios o en el aparato militar.
También pueden tener el apoyo en lo que es casi imprescindible para lograr alcanzar el poder estatal, una parte del sector o idealmente en todos los sectores que representan o forman el área económica, que sin quizás, es el más determinante en las coyunturas actuales, donde los interese monetarios han dejado en la cola a los ideológicos.
En los tiempos de la era digital potencializada con las redes sociales y el brutal desarrollo capitalista, es importante para un aspirante presidencial tener el empuje de los líderes o corrientes políticas y una bolsa repleta de billetes, pero no debemos olvidar, que también el pueblo debe verles algo en la bola, independientemente de que la misma esté disfrazada por el marketing electoral.
En definitiva, no se aspira y mucho menos se llega al Poder por tener un sueño, para lograr controlar el erario deben existir bases; un historial, un partido, apoyo popular, la logística y el momento político.
¡De por Dios…!